sábado, 26 de enero de 2008

MIS TEXTOS: "ABRAHAM"

Me alegra que ya no se den los apagones de antes, para las nuevas generaciones sería difícil imaginar, esa época, la de mayor auge de la lucha armada en el país. Nos acostumbramos ha hacer las tareas a la luz de las velas, no era nada romántico y sí muy poco práctico.Recuerdo a mi padre buscando una manera ingeniosa de salvar su producción de chupetes y helados, era un problema que compartían en la zona industrial todos los que fabricaban productos que requerían refrigeración,en nuestro caso se cumplía literalmente la frase: “la plata se hace agua”,la compra del grupo electrógeno paso por la mente de mi padre, pero por suerte, los apagones se fueron reduciendo hasta ser ahora sólo un recuerdo.

Todos tenemos amigos, algunos se dan por afinidad de ideas o pasatiempos, o tal vez, simplemente, por vivir cerca. En ese tiempo Abraham era mi compañero de carpeta en la U, vivíamos muy cerca, solamente había que cruzar una ancha pista que separaba ambas urbanizaciones, hermanados por el barrio íbamos por la U de un lado a otro y claro regresábamos juntos, comentando la jornada o hablando de la realidad mundial. Abraham era muy cuerdo, para mi gusto, metódico, sobresalía en matemáticas. Además leía mucho y era muy cercano a Dios, era evangelico.Yo, en ese tiempo, y aún ahora, andaba medio confundido en algunos valores y la compañía de Abraham me ponía en vereda. La familia de Abraham era bastante humilde, sus padres eran muy adultos y tenían un negocio de comida en el centro, negocio en el cual Abraham pasaba su tiempo libre. En aquella época el ajedrez, entre otras cosas, llenaba mi vida, las partidas con Abraham eran titánicas y aunque “Cerebro” estaba en un nivel superior al nuestro también sufría mucho para doblegar a nuestro terco amigo evángelico. A veces, después de realizar algún trabajo en su casa, nos poníamos a jugar y su madre nos agasajaba con unas tazas de leche y unas galletitas, como extraño esos lonchecitos. Otra de las cualidades de mi amigo era el dibujo, lo hacia muy bien, rostro y figuras humanas eran su especialidad, pero como todo artista, gustaba pasar tiempo solo y tenía momentos de silencio, que contradicción conmigo, que siempre he tenido grillos en la cabeza.

En el primer año todos teníamos una musa, la mía se caracterizaba por la exhuberancia de sus formas, en cambio la de Abraham compartía con el la discreción y la timidez, creo que se llegaron a gustar, pero casi no hablaban, incluso yo, para variar, hablaba más que él con aquella chiquilla.En esos años, en la U podíamos hablar de cualquier tema, había libertad de pensamiento y expresión, recuerdo los debates que tenía con cristianos y rojos, Abraham no participaba en aquellas tertulias, por lo menos eso pensaba. Nuestra delegada de aula era una chica muy inteligente, se llamaba Margot, era la eterna rival de Walter en el liderazgo del salón.Margot era una declarada pro-revolucionaria, tenía sus ideas muy claras y sabía argumentarlas, pasábamos horas discutiendo acerca de sus ideales y los míos, revolucionaria versus reformista pequeño burgués. Ella me comentó acerca de la masacre en los penales, del heroísmo de sus camaradas, que en el momento más crítico, escribían, con su sangre, arengas a la lucha armada.
-Los hombres y mujeres que cayeron allí lucharon como leones y derramaron su sangre con más valor que Grau y Bolognesi- habló con una emoción que me sobrecogió.
- La matamos porque era una soplona y mucha gente cayó por su culpa- prosiguió, refiriéndose a una conocida dirigente de color muerta por los “revolucionarios”.
Después de la invitación de rigor, y por mi parte, la disculpa del caso dejamos de frecuentarnos, Margot ingresó a una universidad A1, al programa de economía, me pidió prestado un libro y nos dejamos de ver, ya daba por perdido mi libro, pasaron algunos meses y volví a verla, cruzamos algunas palabras y me devolvió el libro, aunque no compartía sus ideales debo confesar que la admiraba mucho, lamento no haber podido influir de manera positiva en ella.

Una mañana al entrar al salón note cierto barullo, la gente de la “patota” me mostró unos recortes periodísticos, eran unas fotos, en una de ellas aparecía Margot con un traje a rayas derramando lagrimas, como lo que era en realidad, una chiquilla de 22 años, algunos compañeros de la base también habían caído con ella.Abraham dejó de asistir a clases, otro recorte periodístico me dio la respuesta,”joven se entrega con dos revólveres…”, hablaban de Abraham.Todo el grupo maldijo a Margot por haber conducido a nuestro amigo por el mal camino, Walter despotrico de su rival en el liderazgo del aula.Los plazos se fueron cumpliendo, Abraham salió de la cárcel e intento retomar los estudios, pero la cárcel lo había marcado, ya no era el mismo y el lo entendió…dejo de estudiar. A pesar de que la calle esta “dura” la mayoría del grupo consiguió ubicarse bien, no sucedió lo mismo con nuestro amigo.

Todos los días, después de terminar el trabajo, debo cruzar un puente peatonal para regresar a casa, me gusta cruzar puentes, debo confesarlo, sentir el viento en la cara, el ruido de los carros debajo y la vista de la ciudad, son el mejor calmante para la jornada más dura. Pero aquel día fue diferente, mientras cruzabe ese pedacito de cielo, vi a un hombre en estado miserable que venia en otro sentido, tenia las zapatillas rotas, un jeans cortado en las rodillas, a manera de short, y un polo viejo de color indefinido, observé bien era…Abraham.
-Hola B. –balbuceó mi viejo camarada con una sonrisa extraviada.
- Hola hermano, ¿Cómo estas?-respondí.
- Más o menos-alcance a oír.
-Dame una moneda, para una gaseosa, tengo sed-continuó.
- Toma-le dije mientras le alcanzaba la moneda.
-Sabes donde vivo, si necesitas algo búscame y cuídate mucho.

Le di una palmada en el hombro y lo vi perdiéndose al otro lado de la ancha pista.

BETO

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