jueves, 3 de febrero de 2011

CINE: "EL CISNE NEGRO"

UNA FRASE

"ESTAR PREPARADO ES IMPORTANTE,SABER ESPERAR LO ES AÚN MÁS, PERO APROVECHAR EL MOMENTO ADECUADO ES LA CLAVE DE LA VIDA".

Arthur Shnitzler

LITERATURA:"EL NEGRO"

Yo sé que al abuelo no le gustó nada aquella noche en que el tío Francisco me trajo un atrapadito de trapos que se hinchaba y se movía por todos lados. Salimos corriendo por la carnicería y Paco nos regaló un cajoncito vacío de mandarinas. Primero hicimos un colchoncito de diarios y virutas, y arriba le echamos unas lanas viejas.

—Tiene quince días —me dijo el tío.
Yo le acerqué un platito con leche y empezó a sacar y entrar su lengüita redonda, ligera como una lagartija. Cuando no quiso más se sentó sobre su cola y me miró.

Te voy a llamar “Negro”, le dije; y de qué otra forma podía llamar yo a ese ovillo oscuro como el galpón de al fondo.

Así sentado, el Negrito no paraba de chillar, como yo cuando me dolía la barriga. Después, al apagar la luz de la cocina para irnos a dormir empezó a desentonar unos chumbidos cortos.

Yo escuché bien cuando el abuelo rezongó: “lo que faltaba”, y la abuela se levantó para cerrarle la puerta.

Enoy Avad

QUE PASÓ ESTA SEMANA


“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Perece ser que el pueblo egipcio tomó como estandarte esta frase y se lanzó a las calles para derrocar al dictador.

Si bien el pueblo egipcio tiene un pasado memorable, nunca se caracterizó por su agresividad, el egipcio es un hombre pacífico apegado a su tierra.

Dejando de lado el turismo, la economía de Egipto está basada en la informalidad. Las viejas estructuras han llevado este pueblo al atraso y la pobreza. Mubarak, quién cuyo único mérito es haber contenido el avance del fanatismo religioso, fracasó al no implementar las reformas económicas y jurídicas que urgían. Pero cómo se le puede dar el rol de reformista a un hombre que lleva atornillado treinta años en el poder y que quiso instaurar una dinastía cediéndole el poder a su hijo.

Lejos de culturas e ideologías, lo sucedido en Egipto no está demostrando que conceptos como la libertad, la justicia y la solidaridad están presente en toda la humanidad y es algo que vale la pena celebrar. ¡Qué viva el pueblo egipcio!

MIS TEXTOS:"EL LEÓN Y EL CUADRO"

Sabido es por todos que león es el rey de la selva, pues esta es la historia de uno de ellos, uno no muy fiero, uno que odiaba la violencia y temía a la oscuridad.

Cierto día un león tropezó con un extraño objeto, fue tan grande el golpe que por poco y se rompe un diente. Al acercarse a ver que había causado tan terrible accidente encontró parte del marco de un cuadro, la curiosidad lo llevó a desenterrarlo, y vaya que sufrió mucho para hacerlo, pues a pesar de poseer unas grandes garras, estas no fueron diseñadas para escarbar.

Al tener el cuadro frente a él, no reconoció el dibujo que mostraba, por más vueltas y vueltas que le daba con sus patas, no se parecía a nada y al mismo tiempo se parecía a todo. Después de un buen rato creyó descubrir la imagen de una flor, una rosa, su flor preferida.
De lo alto de un viejo árbol se escuchó claramente la voz de un búho.
—¿Qué ves en ese cuadro?
—Eh… —el león dudo en responder, tal vez no sería buena idea responder que veía una flor—.No estoy seguro, debo pensarlo un poco más.

La curiosidad lo llevó a conocer otros puntos de vista, total era el rey de la selva, pero no debía saberlo todo, así que decidió a visitar a algunos de sus súbditos. La primera en ser visitada fue la serpiente.
—¡Buen día, Majestad.
—Buen día, señora.
—¿Qué trae a mis dominios al rey de la selva – preguntó con ironía el reptil.
—Quiero hacerte una pregunta... ¿Qué ves en este dibujo?
Después de mirar el dibujo el reptil respondió con una maliciosa sonrisa:
—Te veo muerto por unos cazadores.
“¿Por qué me odiará tato, nunca maté a una de sus crías, ni siquiera recuerdo haber hablado mal de ella”—pensó el león, mientras abandonaba la guarida del reptil.

EL segundo en ser visitado fue el conejo, él cual de milagro no se desmayó al ver de cerca la boca del gran felino.
—No me coma, Majestad, tengo muchos hijos pequeños que alimentar —exclamó lloroso.
Al ver el miedo del conejo, el león sintió pena, no le gustaba que le temieran, al contrario, se alegraría mucho que los demás animales se acercaran a él y le pidieran ayuda.
—No te asustes conejo, quiero sólo hacerte una pregunta.
—Diga, Majestad —respondió algo más calmado el pequeño animal.
Al ver el extraño dibujo dijo sin titubeos:
—Veo una hermosa madriguera.
Mientras el conejo veía alejarse a león por un momento dejó temerle, claro, sólo por un momento.

El zorro fue siguiente animal en responder la pregunta.
—Hummmm, veo una trampa, sí, está bien oculta, cubierta con hojas, pero puedo verla.
—¿Estás seguro?- volvió a preguntar el león.
Las palabras del león hicieron desconfiar al zorro y lo animaron a preguntar:
—¿Y que debo ver, Majestad?
—Es suficiente —respondió el león y continuó su viaje, le hubiera gustado decirle al zorro que admiraba mucho su astucia para resolver los problemas y afrontar la vida.

Luego pasó a visitar al lobo, a pesar de ser el rey de selva, la cueva del feroz canino, le causaba escalofríos, era tan oscura y a la vez tan gélida. Allí estaba, el terrible animal, manchado de sangre mirándolo fijamente mientras despedazaba a una de sus víctimas. También este león mataba, pero no lo disfrutaba, para todos era un secreto que cuando lo hacía… cerraba los ojos.
—¿Quieres que te diga lo que veo? —preguntó el lobo.
— Mejor no —contestó el león—,ya vi la respuesta en tus ojos.

Después de tantos sobresaltos al león le provocó visitar a un viejo amigo, un mastín que de cachorro se había perdido en la selva y había crecido con él.
—Mi buen amigo, ¿quieres que te diga que veo en aquel cuadro? Me veo junto a ti luchando contra tus enemigos, una gran pelea, como en los viejos tiempos.
No fue lo que el león esperaba escuchar, pero le gusto la respuesta.

Al finalizar la jornada el león se dirigió al viejo árbol donde moraba el búho, aquel le volvió a preguntar:
—¿Qué ves en ese cuadro?— el león esta vez no dudo, levantó la cabeza y respondió:
—Veo una flor, una hermosa flor.

BETO