domingo, 27 de julio de 2008

MIS TEXTOS:"LOS TIGRES DE MOMPRACEM: SANDOKAN VERSUS YÁÑEZ

Uno de los primeros personajes que empecé a admirar en mi adolescencia fue aquel príncipe malayo desposeído por el colonialismo inglés, aquel héroe de mil aventuras que hace de la piratería un medio para vengar a su familia y a su reino, me estoy refiriendo a Sandokán.

Tal admiración no cambio a lo largo de toda mi adolescencia y parte de mi juventud, sin embargo, con el correr del tiempo y luego de sucesivas relecturas la imagen que tenía del príncipe malayo fue empequeñeciéndose, mientras que la de su inseparable amigo, Yánez, no cesaba de crecer, hasta poder afirmar ahora, en mi edad adulta, que el verdadero héroe de Los tigres de Mompracem no es Sandokán, sino el portugués Yánez.

La famosa pareja llena de contrastes es un recurso muy recurrente, no sólo en la literatura, sino también en el cine y en la televisión, el ejemplo máximo lo constituye Don Quijote y Sancho Panza. Pero a veces han de pasar muchos siglos para descubrir la riqueza que encierra este segundo personaje, el personaje a la sombra del protagonista, aquel aliado y auxiliar, cuya riqueza y complejidad en muchos casos iguala o supera a la del protagonista.

Sandokán es un nombre de origen oriental, y como tal, personifica valores y actitudes que muchas veces resultan incomprensibles y extraños para nuestra visión occidental, su sonoridad expresa autoridad, energía, fortaleza, incluso temor; Yánez, por el contrario, es un nombre más familiar a nuestros oídos, un apellido europeo de origen meridional, donde precisamente la fortaleza física no una característica resaltante en sus habitantes, a diferencia del europeo nórdico, un nombre común que no encierra connotación alguna.

Emilio Salgari (1862 – 1911) nos describe en Los tigres de Mompracem a Sandokán casi como a un superhombre, “alto, esbelto, de fuerte musculatura, con rasgos enérgicos, varoniles, fieros y de una extraña belleza”. Sandokán viene a constituir el alter ego de Salgari, su segunda personalidad, aquel hombre que le hubiera gustado ser, pero no llego a serlo. Por ello, los escenarios que nos presenta en su relato: la desolada isla de Mompracem, el amplio y peligroso océano, la jungla de Labuan, son espacios abiertos y llenos de peligro, que permiten el lucimiento de Sandokán, desplegando a plenitud toda su fortaleza física y temeridad.

Yánez, por el contrario es descrito como “un hombre de mediana estatura y de constitución muy fuerte”. Aunque Yánez está muy lejos de realizar las proezas físicas de su compañero de aventuras, compensa con otras cualidades estas limitaciones, saliendo siempre adelante de todas las adversidades. Es un personaje más humano, más creíble y con el que resulta fácil identificarse.

No en vano Salgari acompaña a su héroe con el sobrenombre de “el tigre”, pues este encierra toda la personalidad de este personaje. Sus impulsos y temeridad a veces rayan en la demencia, el hecho de enfrentarse con un puñal a un tigre para demostrar su amor a Mariana o el de lanzarse a un abordaje frente a una lluvia de balas así lo demuestran; su dotes de líder también son cuestionables, trata a sus subalternos como un déspota oriental y como organizador y estratega obtiene más de un fracaso.

Ya en el inicio de la historia, y a lo largo de ella, Yánez se presenta como el organizador de las expediciones, el estratega que analiza con calma cada situación y que aprovecha los recursos y oportunidades que se le presentan al máximo, el planifica los dos rescates de Mariana y en el combate que tuvieron después de escapar de Mompracem su barco hunde a su rival, mientras que los dos que mandaba Sandokán son hundidos y este es capturado con uno sólo de sus hombres. Yánez posee igual valor que su compañero, pero nunca cae en la temeridad, incluso muchas veces se ve forzado a cuestionar las decisiones de su jefe y literalmente sujetarlo para evitar que este cometa una locura. Sandokán es consciente de sus limitaciones y lo considera su igual, permitiéndole contradecirlo, algo inaceptable si esto partiera de otro de sus subordinados, siempre espera el sabio consejo de su noble amigo, quien en base a paciencia, prudencia y astucia, logra sacarlo de más de un aprieto.

Sandokán es un típico personaje plano, sus rasgos de personalidad son bastante sencillos y todas sus acciones son predecibles. Yáñez, por el contrario, posee humor, ironía, humanidad y una sangre fría que combinada con su ingenio lo hacen superar las pruebas más difíciles.

En la construcción de los personajes debo considerar que Salgari siempre fue dado a fantasear, en el caso de Sandokán, basta leer una de las cartas dirigidas a Ida Peruzzi, quien sería su esposa, donde el escritor firma como “tu salvaje malayo”, ello teniendo en cuenta que nunca salió de Italia; en lo que respecta a Yánez, este representa al mismo Salgari, pues en sus Memorias, biografía inventada, que el mismo ayudó a crear, el escritor afirma haberse desempeñado como uno de los capitanes del mismísimo Sandokán. La personalidad Salgari se desdobla en ambos personajes, pero en cada uno actúan diferentes facetas; Yánez representa su lado adulto: prudente, paciente y reflexivo, mientras que Sandokán tiene todas las características de un adolescente: es apasionado, muchas veces cae en lo violento, actúa casi por reflejo y no presta atención a las consecuencias.

Sin embargo, todas estas reflexiones son hechas por un adulto, tenemos que considerar también el punto de vista infantil - juvenil, y este nos dice que los héroes para niños y jóvenes están diseñados para ser semejantes a sus lectores, ello explica el gran éxito que han alcanzado algunos de ellos, Harry Potter, por ejemplo, sin su varita mágica, representa a cualquier  adolescente, lleno de complejos y miedos, propios de su edad y con el que todos sus pares se identifican.

En base a lo expuesto en este sencillo análisis comparativo, puedo concluir que la preferencia a uno u a otro personaje no depende tanto de la riqueza de matices o complejidad que estos presenten, sino del grado de identificación del lector con cada uno de ellos.

"No vemos las cosas como son, las vemos como somos".
Anaïs Nin

Beto

domingo, 6 de julio de 2008

QUÉ PASO ESTA SEMANA

Hace unos meses hubo elecciones en el Colegio de Profesores, las imágenes que observé me parecieron muy chocantes: la pobreza material y espiritual de la mayoría de mis colegas era muy evidente, se notaba frustración, tristeza, mediocridad y sobre todo desesperanza.

¿Qué hacer? Aparte de mejores sueldos, creo que una preocupación real, por parte del Estado, en su formación y capacitación; una mayor consideración y respeto, de la sociedad en su conjunto, a su labor tan sacrificada y sublime. Claro, el compromiso es mutuo.
Feliz día colegas.