lunes, 22 de enero de 2018

LO QUE PASÓ ESTA SEMANA

Recientemente el Papa visitó nuestro país y lo paralizó literalmente. Además de afectar el tráfico, nuestra ciudad entró en una especie de trance. En las conversaciones, la televisión la radio  y la red la visita del Sumo Pontífice era un tema recurrente. Ni hablar de las miles de personas que se congregaron para verlo en persona, polito blanco y gorrita incluida. Parecía que la ciudad entera había ascendido a un plano superior.
Me produce satisfacción la visita del Papa. Sin embargo, dentro de toda esa vorágine de emociones que despertó su visita, habría que preguntarse hasta dónde toda está religiosidad es genuina y hasta donde la visita del Papa es un producto más de consumo.  No soy un cristiano practicante, pero me arriesgo a afirmar que si sólo la mitad de todas las personas  que abarrotaron las calles conocieran la doctrina cristiana, y la practicaran en parte,  nuestra ciudad sería otra, nuestro país sería otro.
Vivimos una época de grandes cambios sociales y tecnológicos, y son los jóvenes los más afectados. Todos somos testigos que en las nutridas manifestaciones  que se realizan en la ciudad la mayoría de participantes son jóvenes, embarcándose  muchos de ellos en causas que le son ajenas o desconocen y que tienen como única motivación la aprobación y la mirada del otro.

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