viernes, 28 de diciembre de 2007

MIS TEXTOS: "CEREBRO"

Beto, Beto, no me lo vas ha creer, el Ateneo es un librería gigantesca, funciona en la estructura de un gran teatro, puedes coger los libros que quieras, sentarte y leerlos y, si quieres los compras.- También visité los bares y museos y hay un cementerio impresionante, hay mausoleos que tienen sótanos con varios niveles y en ellos se hacen misas, estos pertenenecen mayormente a empresas.Era la llamada internacional más larga que había recibido, las palabras de cerebro fluían sin cesar y desbordaban emoción.

Mi amigo trabaja en una transnacional, lo enviaron a Argentina por un tiempo y a su regreso probablemente lo envíen a Bolivia por algunos años, me apenaría mucho, pues realmente es mi amigo, tal vez el único que tenga, en ese nivel de amistad. Pero si es por su bien, me alegro.

Cerebro era y el más cuerdo de toda la patota, nos conocimos desde el primer día de clases, yo creo en el destino y me inclino a pensar que esta vida nos sirve para juntar los trozos de vidas pasadas, esos trozos son la gente que nos rodea, eso explicaría porque nos es tan fácil intimar con algunas personas.

-Beto, tu eres Patroclo y yo soy Aquiles, nos hemos vuelto ha encontrar y lo volveremos a hacer, me decía. Me agradaba escuchar eso, aunque el vivo se acomodaba, pues de alguna forma, Patroclo era el muchacho de Aquiles, pero en fin.

Cerebro, era muy tímido, siempre vestía ropa oscura y unos anteojos negros ocultaban sus ojos, estaba lleno de conocimiento, con el se podía hablar de historia geografía, literatura, ciencias oscuras, mitología, infinidad de temas. Lamentablemente muy pocos valoraban eso, claro, no era mi caso, aunque había un terreno al que yo no podía entrar, las matemáticas, siempre fueron mi cruz.

El ajedrez, también era una de sus pasiones, nos daba tanda a todos, sinceramente desde que lo conozco, mis triunfos sobre él se pueden contar con los dedos de la mano, de una mano. Con el paso de los años, llegó a ser presidente de uno de los clubes más antiguos y reconocidos de la capital.

A pesar de su capacidad, tenía problemas para expresarse, cuando exponía, parecía que alguien había encendido una radio, inmóvil y protegido por sus lentes oscuros, hablaba sin expresar ninguna emoción.Cerebro no bebía, por lo menos hasta que nos conoció, después de un examen, la patota se reunió en un bar y mientras él estaba en el baño, Ayul, ahora en Venezuela, agregó cerveza a su vaso de coca cola, ese fue el inicio, ahora no le puedo seguir el ritmo.

Tuvo una época de deportista, compró una bicicleta y empezó ha usarla para ir a la Facu, y visitar a los amigos, todo terminó, cuando un carro mando al basurero a la bicicleta y a él casi a otra vida, era curioso verlo en la Facu lleno de vendajes

.En una de nuestras tantas salidas de la Facu, al regreso de la playa, decidió declarase a una de las chicas, se nos había hecho tarde y estaba oscuro, ella bajo del bus y él con ella, le di un abrazo y le desee suerte, al día siguiente me llamó muy temprano, me pareció escuchar a un niño, la pena le duro varias semanas.

Mi madre lo quiere mucho, lo llama por su diminutivo, y el que no quiere, se deja engreír, me pone celoso, cada vez que le pasa algo importante se da su vueltita al barrio, donde mi amigo Manuel lo idolatra, por su maestría en el ajedrez.

Pasaron muchas cosas, murió su padre, terminamos la Facu, empezamos a trabajar juntos y luego por más que me insistió, decidí no seguir su camino.

Empezó a trabajar en la transnacional y cambio, se volvió arrogante y su trato a la gente se hizo más áspero, nunca lo había escuchado utilizar esas palabras y ese tono.- Es el precio del éxito.- La empresa es una jungla.- Todos quieren tu puesto- Debes golpear antes que te golpeen.-Me alegró no seguir su camino.

Pensé que nuestra amistad llegaba a su fin, pero el tiempo es un buen maestro. Hace unos días lo vi, ya dejó la arrogancia, volví a ver a mi hermano frente a mi , me trajo un Clarín y me enseñó las fotos de su viaje, en su cámara digital, volvió a encontrase con mi madre, quien volvió a llamarle…Luchito.

Lo olvidaba, ya no usa lentes oscuros y si ven bien sus ojos, verán la mirada de un niño.

BETO

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