
“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Perece ser que el pueblo egipcio tomó como estandarte esta frase y se lanzó a las calles para derrocar al dictador.
Si bien el pueblo egipcio tiene un pasado memorable, nunca se caracterizó por su agresividad, el egipcio es un hombre pacífico apegado a su tierra.
Dejando de lado el turismo, la economía de Egipto está basada en la informalidad. Las viejas estructuras han llevado este pueblo al atraso y la pobreza. Mubarak, quién cuyo único mérito es haber contenido el avance del fanatismo religioso, fracasó al no implementar las reformas económicas y jurídicas que urgían. Pero cómo se le puede dar el rol de reformista a un hombre que lleva atornillado treinta años en el poder y que quiso instaurar una dinastía cediéndole el poder a su hijo.
Lejos de culturas e ideologías, lo sucedido en Egipto no está demostrando que conceptos como la libertad, la justicia y la solidaridad están presente en toda la humanidad y es algo que vale la pena celebrar. ¡Qué viva el pueblo egipcio!
1 comentario:
Muy acertado tu comentario.Ya corren otros tiempos,estos paises sólo demuestran la ignorancia de las que son víctimas y la poca cara de verguenza que tienen los que los gobiernan.
Viva la democracia y la libertad.
Saludos
Publicar un comentario