DUERME, HERMOSA. SIGUE durmiendo por siglos. Tus ojos ya no conocerán más lágrimas ni adioses. Ahora tu reino es magnífico y se extiende del sueño hasta el sueño.
Otra vez eres niña. Así, alejada de todo lo que te rodea, has vuelto a conocer esa dulce inconsciencia que otros llaman felicidad.
Tus labios son de algodón de azúcar y en ellos cantan las sirenas. Pero no voy a besarte, hermosa. No voy a romper el azul encantamiento. No voy a permitir que desciendas a la tierra feroz de la vigilia.
Las manzanas te han regresado al paraíso y tú lo sabes.
Lorenzo Helguero
No hay comentarios:
Publicar un comentario