Esta semana una noticia me conmovió, uno de mis vecinos, un tipo de casi mi edad, se perdió en el centro de la ciudad. José iba en compañía de sus padres, en determinado momento, mientras su padre fue a comprar un periódico, la madre lo esperaba en la puerta de un baño público. La madre después de tanto esperar, entró a preguntar por él, pero ya no estaba, se había perdido. Los ancianos lo estuvieron buscando toda la tarde, y no era para menos, su hijo estaba sin una moneda en el bolsillo, además es especial.
La desesperación es grande, mi familia también la vivió alguna vez, cuando luego de una celebración de año nuevo, olvidamos cerrar la puerta con cerrojo, mi sobrino, en aquel tiempo de nueve años, abrió la puerta y desapareció. Peinamos la zona a pie, en auto. Por suerte dimos con él.
El cuidado de esas personitas, que son más comunes de lo que pensamos nuestras familias, es muy importante.Una tarjeta con su nombre, dirección, y un número telefónico, puede ser la diferencia entre un gran susto o una pesadilla interminable.
Beto
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