Nuestra ciudad, mejor dicho, una parte de ella, se encuentra conmovida por la reciente partida de uno de los mayores exponentes de la música popular, Lucho Barrios.
Hace algunos años, en una clase de literatura, escuchaba a un maestro hablar acerca de los referentes intertextuales: películas, música, programas de televisón, todo aquello que de alguna u otra forma sintonizan al lector con una realidad, con un tiempo.
Nada tan vivo como la música para manifestar la conexión de un pueblo con su historia,sus costumbres, una forma de vivir y sentir. La muerte de estos viejos exponentes de nuestra música marcan el fin de una época, el fin de una ciudad con tufillo colonial.
Las jaranas, los callejones, las tertulias al aire libre, los viejos cines, las grandes morenas con cabello de algodón dan paso a una nueva ciudad, una ciudad cosmopolita. Una de grandes edificios, modernos restaurantes, cadenas de cines y centros comerciales.Una más rectrictiva, una donde la vida se traslada de las plazas y callejones a un departamento, a un computador.Una donde un Lucho Barrios es reemplazado por un Gian Marco.
BETO
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