¿Ganamos? Esa es la pregunta que todos nos hacemos respecto
al fallo de La Haya sobre el litigio de nuestro país con Chile. Mientras los
más entusiastas quieren pintar todo de rojo y blanco, otros califican de fracaso el resultado de esta gestión y reclaman Arica.
Pecaría de optimista al decir que fue una gran victoria, los tacneños casi no
ganaron nada, pero se ganó lo que se podía y debía ganar. Hace mucho, entramos
a una guerra, perdimos y tuvimos que
pagar las consecuencias.
Así como el mal recuerdo que dejaron los españoles está
empezando a difuminarse, lo mismo debe pasar
con los recelos a nuestros vecinos sureños. Digo vecinos porque son muchos, no
sólo Piñera y Bachelet. Son diversos, personas
comunes y silvestres como nosotros; personas con problemas, preocupaciones y también con anhelos.
Enterrados deben quedar el resentimiento y la desconfianza es tiempo de mirar
hacia adelante, ser buenos vecinos y socios. Que nuestros viejos soldados sigan
fabulando en sus cuarteles de invierno, la guerra terminó hace siglos.
¿Quién ganó? Ganamos todos, ganamos la paz.
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