Era el última semana de clases con mis pupilos y buscaba cualquier pretexto para compartir un momento más con algunos de ellos. Aquel día, luego de una actividad extracurricular, ya la mayoría de los muchachos se había retirado así que pedí a dos de ellos, el brigadier y nuestro encargado de limpieza, comprar un néctar de durazno. Terminada la limpieza del aula nos sentamos los tres en una mesa y empezamos a charlar como viejos amigos, me dio gusto compartir con ellos y notar que habían crecido, la experiencia fue muy divertida, hasta llegamos a brindar con jugo aquel día. Cuando me quedé sólo me puse a pensar en mi profesor de primaria, aquel que había pasado conmigo parte importante de mi niñez.
Mi profesor era un tipo al que le gustaba vestirse bien, en invierno lucía un terno plomo con rayas, mientras que en verano lo recuerdo usando unas impecables guayaberas de distintos colores. Llevaba unas patillas largas, como las del héroe de La Breña y tenía un abundante cabello ondulado. Era un tipo guapo, y aunque era pequeño, aún me parece recordar los comentarios que se hacían acerca de él. Tenía una esposa bellísima, la conocí en nuestra fiesta de promoción, un lindo vestido amarillo hacía juego con el claro color de su piel.
Mi profesor era un tipo al que le gustaba vestirse bien, en invierno lucía un terno plomo con rayas, mientras que en verano lo recuerdo usando unas impecables guayaberas de distintos colores. Llevaba unas patillas largas, como las del héroe de La Breña y tenía un abundante cabello ondulado. Era un tipo guapo, y aunque era pequeño, aún me parece recordar los comentarios que se hacían acerca de él. Tenía una esposa bellísima, la conocí en nuestra fiesta de promoción, un lindo vestido amarillo hacía juego con el claro color de su piel.
Mi profesor era todo un señor, me enseñó a mantenerme siempre pulcro, a llevar un peine y un pañuelo en el bolsillo, a tener las uñas limpias y recortadas. Pero me gustaría tener más recuerdos de él, ojalá sea el tiempo el que se ha llevado esos gratos recuerdos, y si no los hubieron no fue culpa suya, en aquel tiempo la escuela era distinta, y en aquel tiempo fue un buen maestro.
Beto
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