viernes, 29 de enero de 2010

LITERATURA: "ESCONDIDAS"

A los NUEVE años jugar a las escondidas era tocar el rostro de la felicidad.

En la casa de mis abuelos, todos los días invadíamos la tranquilidad de las habitaciones vacías para iniciar los juegos que duraban hasta entrada la noche.

Eran domingos de leche, de bizcochitos, de losetas rojas con castillos y mariposas, de tías estatuas que tejían en la sala principal.

Cualquier lugar era bueno para esconderse: el baúl con discos viejos y exiliados, el sofá-cama, la biblioteca que olía a polvo e inspiraba temor y respeto.

Nadie sabía ocultarse tan bien como yo. Aprendí incluso a confundirme con las paredes, con las puertas, a esconderme dentro de los relojes y las palabras. Esas mismas palabras donde espero en silencio que me encuentres.

Lorenzo Elguera

2 comentarios:

María dijo...

Cuando uno recuerda la infancia es inevitable recordar nuestros rincones, los espacios donde transitamos y dejamos huella: un parque, un muro, la quinta de los vecinos. Un tema al que podemos volver si nos damos un tiempo.

Anónimo dijo...

Nuestra infancia!!
Me has hecho recordar tantas cosas vividas durante esta etapa tan linda de la vidaaaa..donde mi juego preferido eran las escondidas por cierto.

Saludos